Pintada espontánea.


Empecemos de cero. Los niños y los monos comparten hasta cierta edad (los tres años) una potencialidad artística común. Ambos son capaces de dibujar “monigotes” en un mismo estilo “naif”, predominando la elección de los colores más vivos. Mientras que los humanos no necesitamos motivación ajena, los monos necesitan estímulos humanos para dibujar, y sólo lo harán si les otorgamos las herramientas necesarias: papel y un instrumento para pintar. Ellos nunca se expresarían plásticamente de forma espontánea. Al mono no se le ocurriría pintar fuera del papel, es decir, en la mesa o en la pared de su jaula. El humano aprende rápidamente, reconoce los colores y las hojas y sabe el procedimiento: Sabe que esos instrumentos son para dibujar en esas hojas y sabe que está mal si los utiliza fuera de esa superficie preestablecida y obligada (el papel). Pero también conoce, en cuestión de tiempo, el placer que le puede proporcionar desobedecer esta norma, actuar de forma libre, esa capacidad de salir de el marco preestablecido y convertir los signos en violencia visual hacia el poder: Su padre o su maestro. En el graffiti el símil sería dibujar con el aerosol en una superficie no permitida convirtiendo esos signos en violencia visual hacia el poder: La ley. Mirémoslo desde otro punto de vista, el de la publicidad. Todos sabemos que la publicidad emplea tabúes sociales como el sexo, la violencia o la libertad para suscitar el deseo, el morbo, el ansia de obtener lo prohibido, lo inalcanzable. Bien, si ni la mismísima Eva pudo resistir la tentación de morder la manzana... Ya lo dice la frase: “No hay mayor placer que hacer lo que no puedes hacer”. La libertad en contra del hombre, el hombre debe decidir.

La función territorial dentro de las grandes ciudades constituyen otra causa (la gran urbe contemporánea que no se siente como propiedad sino como propietaria del individuo). Los escritores en los inicios del writing en Nueva York, escribían en ocasiones el nombre de gangs (bandas callejeras violentas) para delimitar el territorio de éstas, ganándose de paso la protección de las mismas. Es el mismo acto (aunque con otros parámetros) que el que muchos animales usan dejando su marca en un determinado terreno para mostrarlo como suyo. Del mismo modo, muchos escritores deciden especializarse en una zona o en una línea de Metro que la consideran como suya.

“El graffiti y el Hip Hop en general es competición, quien no asuma eso... No digo que me ilusione que sea así, pero cuando estás metido es lo que te mantiene vivo. El pique está ahí. Hay quien lo hace solo por la emoción de pasar las misiones, son descargas de adrenalina y a todo el mundo le atrae, pero no todo el mundo se queda. Somos unos agonías, queremos tener más. Hay que tomárselo con calma, hay mucho por delante. Pique hay mucho, pero lo veo necesario”. Así define Buda lo que para él es el espíritu del graffiti. Quizás sea una de las características más destacadas del graffiti: La competición. Siempre surgen debates en torno al tema, puesto que hay gente que se lo toma como algo más personal, más artístico, como por ejemplo Ose: “Es algo que hago para mí. Al principio lo hacía más por el rollo de competición. No digo que vea mal que se siga haciendo, pero yo me lo tomo ahora como algo más personal”. El rollo de “a ver quién pinta más”, “a ver quién lo hace mejor”, “a ver quien pinta en el sitio más alto”, etc. Este espíritu es precisamente el que mantiene vivo el continuo proceso de creación y desarrollo en todos sus aspectos, competir, ir a más, mejorar... En definitiva, evolucionar."
Es cuestión de ser el primero, el número uno y no es una actitud puramente narcisista, es la actitud frente a la nueva educación de la competitividad basada en la antigua educación de la ley de la selva (los más fuertes sobreviven, y hoy en día los más fuertes son los que tienen ejercitado el mayor músculo del ser humano: El cerebro). Como la vida misma, una lucha por un puesto. A pesar de esta dura competición, suele haber unas “normas” que no siempre se cumplen. La primera y más importante es el respeto dentro de esa propia competencia, por ejemplo el hecho de que la pieza de un escritor no pueda ser tapada por otro sin su consentimiento previo (aunque esto depende también de las ciudades, por ejemplo en Barcelona hay una “política” muy permisiva al respecto, un ciclo de renovación contínua de murales mientras que en Madrid las paredes y/o zonas están más repartidas por grupos). Otro ejemplo es el de que un escritor no pueda utilizar el nombre de otro o no puedan existir dos grupos con las mismas siglas, aunque en la realidad ambos casos se den, dando lugar a veces incluso a “guerras” donde unos se tachan a otros o incluso a violencia física.

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